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Un poco de historia sobre las magdalenas
Su origen se encuentra en los conventos de las monjas magdalenas.
Se dice que en torno al año 1750, una campesina llamada Madeleine elaboró un pastel y decidió llevarlo a Versalles, donde cautivó a toda la corte parisina, llegando con el tiempo, a conquistar al mundo entero.
Se trata de unas pequeñas delicias, coronadas por una delicada capa de azúcar, que da paso a un interior tierno y esponjoso. Es ideal para desayunos y meriendas, pues son piezas poco pesadas, pues llevan gran cantidad de grasa.
Es un bizcocho pequeño al que se le da forma con cápsulas de papel.
Al tener una textura parecida a un cake o a un pan de especias, puede además utilizarse para otras funciones: tostado, como parte de un postre, como aperitivo salado…
La formación de la cresta característica de las magdalenas se debe a que al iniciar la cocción, la masa coagula rápidamente por los laterales, pero el interior todavía está líquido y caliente.
En este punto el impulsor entra en contacto con la humedad de los huevos y debido al calor del horno, se forma el gas carbónico. El gas busca la forma de escapar, por lo que empuja rápidamente la masa desde el centro hacia arriba, formando la típica cresta bien desarrollada.
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