En nombre de principios dietéticos mal entendidos, se duda que sea buena para la salud y en la actualidad se recomienda no consumirla.
Para muchas personas la caza es hoy sinónimo de comida indigesta, grasa, demasiado especiada y no saludable.
Pero esto no es más que un mal entendido, ya que lo indigesto no es la carne, sino el alcohol, la grasa o las numerosas especias y marinados que durante años han rodeado a estas sofisticadas y elaboradas preparaciones.
La infinita variedad de Guisos que la caza nos trae a la mesa enriquece nuestra cocina de otoño.
La oscura y exquisita carne, de recio sabor, de los animales salvajes, se ennoblece gracias a estofados, civets y escabeches, asados y parrilladas, y la sabrosa compañía de salsas levemente dulces con fuertes y aromáticos marinados que rompen texturas y dulcifican bastos sabores.
No obstante, las recetas de caza necesitan su tiempo. Junto con los largos días de adobo, nos encontramos largas horas de cocción o de horno y, con mucha frecuencia, periodos de reposo obligado para catar en su punto.
Para redondear los beneficios de un plato perfecto con los acordes de la cocina de otoño, nada mejor que contar con los aromas de bosque y jugar con las hierbas aromáticas, setas, bayas o frutos del bosque.
Sólo nos falta descorchar un buen vino tinto, cargado de color, aroma y tanino, de la Denominación de Origen preferida y sentarnos alrededor de una mesa para degustar estas maravillas que sólo podemos degustar en otoño.