En cocina se puede vivir sin creatividad.
Pero cocinar requiere ser reflexivo, hacerse preguntas. Como en la vida, si no te haces preguntas, no encuentras respuestas.
Hay dos maneras de llegar a un plato/concepto nuevo: la improvisación y la búsqueda.
La improvisación consiste en dejarte llevar por el instinto y la experiencia, por los impulsos.
Surge en un momento concreto, como la utilización de un producto nuevo o un error que te lleva a preguntarte cosas…
Normalmente las mejores ideas creativas aparecen por casualidad, ya que en los Restaurantes se vive un ritmo tan frenético que no deja tiempo para pensar y dedicar horas al estudio.
De todos modos, las buenas ideas creativas pueden aparecer evolucionando año tras año, con la práctica y el uso.
Nunca debe darse una idea creativa por acabada, sólo así seguimos avanzando.
Una idea creativa no siempre surge a la primera, requiere tiempo. Todas las ideas buenas y malas deben reflexionarse y tenerse en cuenta, nunca se sabe que va a salir de ellas.
Quizá no es necesario ser perfecto y no equivocarse, ya que siempre pueden surgir ideas y esto ayuda a renovarse.
A parte de la improvisación esta la intencionalidad: la búsqueda es mucho más importante y difícil, ya que requiere un mayor esfuerzo.
Se trata de la búsqueda de un producto o una técnica, de la mejor materia prima, de algo único y singular.
En algunas ocasiones, un nuevo producto o técnica puede iniciar una nueva tendencia.
La búsqueda es fundamental, ya que sin ella no hay improvisación que valga.
Siempre debemos tratar los productos como algo excepcional, con mucho respeto. Si no tienes respeto por lo que comes, no tienes respeto por la cocina. Cualquier ingrediente de la cocina es una maravilla.