La Navidad siempre ha sido y es, un momento dulce para niños y mayores.
Disfrutamos de todo lo bueno que ha tenido el año y nos preparamos para un año mejor y más dulce.
Por este motivo, recuperamos unos platos de navidad protagonizados por los sabores dulces que siempre nos acompañan en las fiestas, como las compotas navideñas y las neulas.
La compota reduce a una fruta fresca cocida en un almíbar.
Con aromas como canela, vainilla, vino dulce, etc. Donde añadimos frutas secas, como pasas, orejones y ciruelas y frutos secos como nueces o piñones, aportando gustos característicos a muchos platos de navidad.
La elaboración es bien sencilla, ponemos a cocer a fuego lento la fruta evitando que se rompa y alargamos cocción hasta obtener una fruta tierna y dulce. Habitualmente se utilizan las peras y manzanas de invierno.
Una vez cocidas se dejan enfriar para que absorban de nuevo el jugo y adquieran una consistencia compacta.
Ideal dejar reposar en frío unas 48 horas antes de servir, para que se mezclen bien los sabores y puedan hidratarse y desprendan su maravilloso jugo al ser consumidas.
Podemos encontrar tantas compotas como frutas existan, ya que su historia surge con Isabel II, cuando se servían en compotera a modo de golosina.